sábado, 27 de febrero de 2010

ADIVINANZAS DE ALIMENTOS

Las soluciones están escritas con tinta invisible al pie de cada adivinanza. Para poder verlas tienes que pasar el ratón con el botón izquierdo apretado. Pero antes de leer la respuesta... ¡piensa un poco!



En verdes ramas nací,
en molino me estrujaron,
en un pozo me metí,
y del pozo me sacaron
a la cocina a freír.
(El aceite)

De verde me volví negra
y me molieron con tino,
hasta que al final del todo,
de mí hicieron oro fino.
(La aceituna)


Negra por dentro,
negra por fuera,
es mi corazón
negra madera.
(La aceituna)
La más tuna del árbol
la más fetén
una vez estrujada
va a la sartén.
(La aceituna)

Blanca soy como la nieve
y me sacan de una caña,
aunque soy del otro mundo,
ahora ya nazco en España.
(El azúcar)

Soy blanca como la nieve
y dulce como la miel;
yo alegro los pasteles
y la leche con café.
(El azúcar)
Blanquilla es mi nombre
y endulzo la vida al hombre.
(El azúcar)

Después de haberme molido,
agua hirviendo echan en mí.
La gente me bebe mucho
cuando no quiere dormir.
(El café)
Blanca fue mi niñez,
morada mi mocedad,
negra y prieta mi vejez,
adivina qué será.
(El café)

Con el dinero lo compro,
con los dedos lo deslío,
por la cara me lo como.
(El caramelo)
Somos blancos, larguiruchos,
nos fríen en las verbenas,
y dorados, calentitos,
nos comen nenes y nenas.
(Los churros)

Blanca soy
y, como dice mi vecina,
útil siempre soy
en la cocina.
(La harina)
Fríos, muy fríos estamos
y con nuestros sabores
a los niños animamos.
(Los helados)

Vengo de padres cantores
aunque yo no soy cantor,
traigo los hábitos blancos
y amarillo el corazón.
(El huevo)
Una cajita chiquita,
blanca como la cal:
todos la saben abrir,
nadie la sabe cerrar.
(El huevo)

Blanco es,
la gallina lo pone,
con aceite se fríe
y con pan se come.
(El huevo)
De bello he de presumir:
soy blanco como la cal,
todos me saben abrir,
nadie me sabe cerrar.
(El huevo)

Es mi madre tartamuda,
y mi padre «cantaor»,
tengo blanco mi vestido,
amarillo el corazón.
(El huevo)
Soy amarillo por dentro
tengo blanco el cascarón
y aquí me hizo famoso
un tal Cristóbal Colón.
(El huevo)

Aunque me corten y corten
nunca me verás sangrar,
porque me han curado al frío
y metido en mucha sal.
(El jamón)
Estando sano me cortan,
sin ser enfermo me curan
y en lonchas o pedacitos,
dicen que estoy exquisito.
(El jamón)

Abrazos

Archivo de voz para niños ciegos: VOZ

Acaba de abrirse el plazo:

desde hoy se regala afecto.

Para el que quiera un abrazo,

este es el bazar perfecto.

Se reparten cada día

mil caricias, atenciones,

alguna zalamería

y montones de achuchones.

Con sólo entrar por la puerta,

oirás palabras bonitas,

que están desde ayer de oferta,

y hay ternezas gratuitas.

Nos queda una cucamona

¡Ven a vernos cuanto antes!

El cariño se amontona

encima de los estantes.

Ayer llegaron dos sacos

-los guardo en el almacén-

rebosantes de arrumacos.

¿Besos y roces? ¡También!

Valen todas las divisas

que el producto es regalado.

Cambio mimos por sonrisas

y hay amor garantizado.

(Carmen Gil, www.poemitas.com)

Para trabajar los Derechos del Niño en la escuela

Archivo de voz para niños ciegos: VOZ

Manuela y Ayena

Requetefeliz, Manuela

se levanta de la cama

en cuanto papá la llama.

¡Le gusta mucho la escuela!

Sale de su casa Ayena

después de desayunar.

Va a trabajar al telar.

¡Es una dura faena!

Manuela en el cole canta,

aprende, juega a la comba…

Allí se lo pasa bomba

y su maestra le encanta.

La mente de Ayena vuela

mientras está haciendo nudos

con sus deditos menudos.

Sueña con ir a la escuela.

Manuela al llegar a casa

mira la televisión,

dibuja en su habitación…

¡Vaya bien que se lo pasa!

Ayena cuando termina,

si todavía es temprano,

friega, cuida de su hermano,

ordena, limpia, cocina…

Manuela piensa en Ayena

y decide, en un segundo,

intentar cambiar el mundo,

poner su grano de arena.

Mucha gente la acompaña,

se anima a echar una mano,

pues sabe que GRANO A GRANO

SE LEVANTA UNA MONTAÑA.

GOTITA DE AGUA

Este era un pobre campesino cuya única riqueza consistía en un pequeño campo sembrado de maíz. Trabajaba todo el día en él, arrancando la hierba y enderezando las matas. El campesino estaba triste porque, por falta de agua, las milpas estaban marchitas y temía que se secaran. Un día, mientras veía el cielo con tristeza, desde una buena nube dos gotas de agua lo miraron y una de ellas le dijo a la otra:

-El campesino está muy triste porque sus milpas se mueren de sed. Quiero hacerle algún bien.

-Sí - contestó la otra-, pero piensa que eres sólo una gota y no conseguirás humedecer siquiera una mata de maíz.

-Bien -replicó la primera-, aun cuando soy pequeña haré lo que pueda.

Y al decirlo se desprendió de la nube. Aún no había llegado a la tierra, cuando otra gotita dijo:

-Yo iré también.

-Y yo, y yo - gritaron muchas gotas.

A poco, miles de gotitas caían sobre las milpas en ruidoso aguacero. Las milpas, agradecidas, se enderezaron enseguida y el campesino obtuvo una cosecha abundante de maíz. Todo porque una pequeña gota de agua se decidió a hacerlo lo que podía.

Carmen Norma

EL GATO CON BOTAS

EL GATO CON BOTAS

Autor: Perrault

EL GATO CON BOTAS

Un molinero dejó como única herencia a sus tres hijos, su molino, su burro y su gato. El reparto fue bien simple: no se necesitó llamar ni al abogado ni al notario. Habrían consumido todo el pobre patrimonio.

El mayor recibió el molino, el segundo se quedó con el burro, y al menor le tocó sólo el gato. Este se lamentaba de su mísera herencia:

-Mis hermanos, decía, podrán ganarse la vida convenientemente trabajando juntos; lo que es yo, después de comerme a mi gato y de hacerme un manguito con su piel, me moriré de hambre.

El gato, que escuchaba estas palabras, pero se hacía el desentendido, le dijo en tono serio y pausado:

-No debéis afligiros, mi señor, no tenéis más que proporcionarme una bolsa y un par de botas para andar por entre los matorrales, y veréis que vuestra herencia no es tan pobre como pensáis.

Aunque el amo del gato no abrigara sobre esto grandes ilusiones, le había visto dar tantas muestras de agilidad para cazar ratas y ratones, como colgarse de los pies o esconderse en la harina para hacerse el muerto, que no desesperó de verse socorrido por él en su miseria.

Cuando el gato tuvo lo que había pedido, se colocó las botas y echándose la bolsa al cuello, sujetó los cordones de ésta con las dos patas delanteras, y se dirigió a un campo donde había muchos conejos. Puso afrecho y hierbas en su saco y tendiéndose en el suelo como si estuviese muerto, aguardó a que algún conejillo, poco conocedor aún de las astucias de este mundo, viniera a meter su hocico en la bolsa para comer lo que había dentro. No bien se hubo recostado, cuando se vio satisfecho. Un atolondrado conejillo se metió en el saco y el maestro gato, tirando los cordones, lo encerró y lo mató sin misericordia.

Muy ufano con su presa, fuese donde el rey y pidió hablar con él. Lo hicieron subir a los aposentos de Su Majestad donde, al entrar, hizo una gran reverencia ante el rey, y le dijo:

-He aquí, Majestad, un conejo de campo que el señor marqués de Carabás (era el nombre que inventó para su amo) me ha encargado obsequiaros de su parte.

-Dile a tu amo, respondió el rey, que le doy las gracias y que me agrada mucho.

En otra ocasión, se ocultó en un trigal, dejando siempre su saco abierto; y cuando en él entraron dos perdices, tiró los cordones y las cazó a ambas. Fue en seguida a ofrendarlas al rey, tal como había hecho con el conejo de campo. El rey recibió también con agrado las dos perdices, y ordenó que le diesen de beber.

El gato continuó así durante dos o tres meses llevándole de vez en cuando al rey productos de caza de su amo. Un día supo que el rey iría a pasear a orillas del río con su hija, la más hermosa princesa del mundo, y le dijo a su amo:

-Sí queréis seguir mi consejo, vuestra fortuna está hecha: no tenéis más que bañaros en el río, en el sitio que os mostraré, y en seguida yo haré lo demás.

El marqués de Carabás hizo lo que su gato le aconsejó, sin saber de qué serviría. Mientras se estaba bañando, el rey pasó por ahí, y el gato se puso a gritar con todas sus fuerzas:

-¡Socorro, socorro! ¡El señor marqués de Carabás se está ahogando!

Al oír el grito, el rey asomó la cabeza por la portezuela y reconociendo al gato que tantas veces le había llevado caza, ordenó a sus guardias que acudieran rápidamente a socorrer al marqués de Carabás. En tanto que sacaban del río al pobre marqués, el gato se acercó a la carroza y le dijo al rey que mientras su amo se estaba bañando, unos ladrones se habían llevado sus ropas pese a haber gritado ¡al ladrón! con todas sus fuerzas; el pícaro del gato las había escondido debajo de una enorme piedra.

El rey ordenó de inmediato a los encargados de su guardarropa que fuesen en busca de sus más bellas vestiduras para el señor marqués de Carabás. El rey le hizo mil atenciones, y como el hermoso traje que le acababan de dar realzaba su figura, ya que era apuesto y bien formado, la hija del rey lo encontró muy de su agrado; bastó que el marqués de Carabás le dirigiera dos o tres miradas sumamente respetuosas y algo tiernas, y ella quedó locamente enamorada.

El rey quiso que subiera a su carroza y lo acompañara en el paseo. El gato, encantado al ver que su proyecto empezaba a resultar, se adelantó, y habiendo encontrado a unos campesinos que segaban un prado, les dijo:

-Buenos segadores, si no decís al rey que el prado que estáis segando es del marqués de Carabás, os haré picadillo como carne de budín.

Por cierto que el rey preguntó a los segadores de quién era ese prado que estaban segando.

-Es del señor marqués de Carabás, dijeron a una sola voz, puesto que la amenaza del gato los había asustado.

-Tenéis aquí una hermosa heredad, dijo el rey al marqués de Carabás.

-Veréis, Majestad, es una tierra que no deja de producir con abundancia cada año.

El maestro gato, que iba siempre delante, encontró a unos campesinos que cosechaban y les dijo:

-Buena gente que estáis cosechando, si no decís que todos estos campos pertenecen al marqués de Carabás, os haré picadillo como carné de budín.

El rey, que pasó momentos después, quiso saber a quién pertenecían los campos que veía.

-Son del señor marqués de Carabás, contestaron los campesinos, y el rey nuevamente se alegró con el marqués.

El gato, que iba delante de la carroza, decía siempre lo mismo a todos cuantos encontraba; y el rey estaba muy asombrado con las riquezas del señor marqués de Carabás.

El maestro gato llegó finalmente ante un hermoso castillo cuyo dueño era un ogro, el más rico que jamás se hubiera visto, pues todas las tierras por donde habían pasado eran dependientes de este castillo.

El gato, que tuvo la precaución de informarse acerca de quién era éste ogro y de lo que sabia hacer, pidió hablar con él, diciendo que no había querido pasar tan cerca de su castillo sin tener el honor de hacerle la reverencia. El ogro lo recibió en la forma más cortés que puede hacerlo un ogro y lo invitó a descansar.

-Me han asegurado, dijo el gato, que vos tenias el don de convertiros en cualquier clase de animal, que podíais, por ejemplo, transformaros en león, en elefante.

-Es cierto, respondió el ogro con brusquedad, y para demostrarlo, veréis cómo me convierto en león.

El gato se asustó tanto al ver a un león delante de él que en un santiamén se trepó a las canaletas, no sin pena ni riesgo a causa de las botas que nada servían para andar por las tejas.

Algún rato después, viendo que el ogro había recuperado su forma primitiva, el gato bajó y confesó que había tenido mucho miedo.

-Además me han asegurado, dijo el gato, pero no puedo creerlo, que vos también tenéis el poder de adquirir la forma del más pequeño animalillo; por ejemplo, que podéis convertiros en un ratón, en una rata; os confieso que eso me parece imposible.

-¿Imposible?, repuso el ogro, ya veréis; y al mismo tiempo se transformó en una rata que se puso a correr por el piso.

Apenas la vio, el gato se echó encima de ella y se la comió.

Entretanto, el rey que al pasar vio el hermoso castillo del ogro, quiso entrar. El gato, al oír el ruido del carruaje que atravesaba el puente levadizo, corrió adelante y le dijo al rey:

-Vuestra Majestad sea bienvenida al castillo del señor marqués de Carabás.

-¡Cómo, señor marqués, exclamó el rey, este castillo también os pertenece! Nada hay más bello que este patio y todos estos edificios que lo rodean; veamos el interior, por favor.

El marqués ofreció la mano a la joven princesa y, siguiendo al rey que iba primero, entraron a una gran sala donde encontraron una magnífica colación que el ogro había mandado preparar para sus amigos que vendrían a verlo ese mismo día, los cuales no se habían atrevido a entrar, sabiendo que el rey estaba allí.

El rey, encantado con las buenas cualidades del señor marqués de Carabás, al igual que su hija, que ya estaba loca de amor, viendo los valiosos bienes que poseía, le dijo, después de haber bebido cinco o seis copas:

-Sólo dependerá de vos, señor marqués, que seáis mi yerno.

El marqués, haciendo grandes reverencias, aceptó el honor que le hacia el rey; y ese mismo día se casó con la princesa. El gato se convirtió en gran señor, y ya no corrió tras las ratas sino para divertirse.

MORALEJA

En principio parece ventajoso
contar con un legado sustancioso
recibido en heredad por sucesión;
más los jóvenes, en definitiva
obtienen del talento y la inventiva
más provecho que de la posición.

OTRA MORALEJA

Si puede el hijo de un molinero
en una princesa suscitar sentimientos
tan vecinos a la adoración,
es porque el vestir con esmero,
ser joven, atrayente y atento
no son ajenos a la seducción.

Fin.

El señor don Gato

Canciones infantiles
Estaba el señor Don Gato
sentadito en su tejado
marramiau, miau, miau,
sentadito en su tejado. Ha recibido una carta
por si quiere ser casado,
marramiau, miau, miau, miau,
por si quiere ser casado.

Con una gatita blanca
sobrina de un gato pardo,
marramiau, miau, miau, miau,
sobrina de un gato pardo.

El gato por ir a verla
se ha caído del tejado,
marramiau, miau, miau, miau,
se ha caído del tejado.

Se ha roto seis costillas
el espinazo y el rabo,
marramiau, miau, miau, miau,
el espinazo y el rabo.

Ya lo llevan a enterrar
por la calle del pescado,
marramiau, miau, miau, miau,
por la calle del pescado.

Al olor de las sardinas
el gato ha resucitado,
marramiau, miau, miau, miau,
el gato ha resucitado.

Por eso dice la gente
siete vidas tiene un gato,
marramiau, miau, miau, miau,
siete vidas tiene un gato

LA PALOMA BLANCA. CANCIONES INFANTILES

La paloma blanca

Canciones infantiles
Estaba la paloma blanca
Sentada en el verde limón
Con el pico cortaba la rama
Con la rama le daba a la flor.

Ay! Mi amor
¿Cuándo te veré yo?
Ay! Mi amor
Cuando se esconda el sol

Me arrodillo a los pies de mi amante
Me levanto constante, constante.

Dame una mano
Dame la otra
Dame un besito
Sobre tu boca.

Daré la media vuelta
La media vuelta entera.
Con un pasito atrás
Haciendo una reverencia.

Pero no, pero no, pero no.
Porque me da vergüenza
Pero sí, pero sí, pero sí
Porque te quiero a ti.

lunes, 22 de febrero de 2010

Canciones infantiles

A Belén pastores

Canciones infantiles




A Belén pastores, a Belén chiquillos
Que ha nacido el rey de los angelitos
A Belén pastores, a Belén chiquillos
Que ha nacido el rey de los angelitos

Los pastores de Belén,
todos ellos van por leña,
para calentar al niño que
nació en la noche buena.

A Belén pastores, a Belén chiquillos
Que ha nacido el rey de los angelitos
A Belén pastores, a Belén chiquillos
Que ha nacido el rey de los angelitos

En el portal de Belén
hay estrellas Sol y luna,
la Virgen y San José
y el Niño que está en la cuna.

A Belén pastores, a Belén chiquillos
Que ha nacido el rey de los angelitos
A Belén pastores, a Belén chiquillos
Que ha nacido el rey de los angelitos
La Noche Buena se viene,
la Noche Buena se va
y nosotros nos iremos
y no volveremos más.

A Belén pastores, a Belén chiquillos
Que ha nacido el rey de los angelitos
A Belén pastores, a Belén chiquillos
Que ha nacido el rey de los angelitos
El Trineo
Es la Navidad,
la nieve ya cayó,
alegre es correr
los montes sin temor.

En mi trineo azul
cantando vuelo yo,
resuenan cascabeles a compás de mi canción.

Clin, clan, clon, clin clan clon
corre, corre más
soy feliz,
libre y feliz
deslizándome sin fin.

Clin, clan, clon, clin clan clon
corre, corre más
soy feliz,
libre y feliz
deslizándome sin fin.

Es la Navidad,
la nieve ya cayó,
alegre es correr
los montes sin temor.

En mi trineo azul
cantando vuelo yo,
resuenan cascabeles a compás de mi canción.

Clin, clan, clon, clin clan clon
corre, corre más
soy feliz,
libre y feliz
deslizándome sin fin.

Clin, clan, clon, clin clan clon
corre, corre más
soy feliz,
libre y feliz
deslizándome sin fin.


Videos Infantiles

domingo, 21 de febrero de 2010

El juego como derecho del niño y responsabilidad del docente.

El juego como derecho del niño y responsabilidad del docente.

El Nivel Inicial, especialmente en la provincia de Buenos Aires, posee una importante
tradición en relación con el lugar que le ha dado al juego en las prácticas cotidianas.
No obstante, en los últimos años, el lugar preponderante que se le ha otorgado a los
contenidos disciplinares desde propuestas sumamente dirigidas, ha desdibujado la
importancia que dicha tradición intentó sostener.
Como adultos- docentes, ¿cuál es el espacio y el tiempo que les ofrecemos a los niños
para el pleno ejercicio de su derecho a jugar?
Ante todo, es imprescindible tener en cuenta que el juego no es algo que el niño realice
“naturalmente”; es decir, no es una capacidad natural sino una capacidad innata. Por lo
tanto, para que esa capacidad se desarrolle es necesario un otro que le dé sentido a
ciertas acciones que el niño pequeño realiza espontáneamente. De esta manera se suma
un significado cultural que, además del carácter lúdico que inaugura, opera como
inscripción de ese niño en la cultura a la cual pertenece.
Si bien la única finalidad del juego es el placer, se podría afirmar que jugando se
producen los aprendizajes más importantes: durante el juego los niños expresan sus
ideas acerca de los temas que en él aparecen, manifiestan sus esquemas conceptuales,
los confrontan con los de sus compañeros. Esto les permite rectificar lo que no es correcto
o no sirve, o ratificar sus ideas acerca de lo que conocen.
Teniendo en cuenta la función educativa central que portan las instituciones del nivel, es
imprescindible un interlocutor que propicie y favorezca el desarrollo de estos aprendizajes.
Este interlocutor debe ser el docente, quien desde una observación atenta y responsable
de cada grupo de niños, debe prever espacios y tiempos, recursos y materiales, para la
habilitación del juego.
Los docentes, como adultos de esta sociedad que tiende a desvalorizar lo creativo y lo
expresivo poniendo el acento en lo que genera un “producto”, casi siempre prevén
actividades que generen aprendizajes posibles de ser sometidos a una categorización de
evaluación cuantitativa homogénea. Así, se pone al niño en situaciones que no se
corresponden con la particularidad de la etapa infantil.

domingo, 14 de febrero de 2010

Refran

cuando el rio suena, es porque agua trae.